jueves, 26 de febrero de 2015

Caída y Ascensión

(I) Escribiéndole al vacío

Me di cuenta en la librería
de un centro comercial.
A veces desearía
no haber descubierto esa verdad.
Observando la sección de poesía
pude observar lo vacía que estaba.
La gente pasaba de largo
a otras novelas, ensayos,
y allí estaban los versos encuadernados,
nadie los miraba.
Abrí uno actual al azar
y mientras lo ojeaba
buscando mis propios fallos
y mirando el precio
dejé de ser un necio
y me convencí de que no lo compraría.

Miles de litros se desperdiciaban
en los sentimientos que poetas retrataban
en versos que nadie comprendía.
Para esa cruda inspiración, la vida ¿qué les haría?
La falta de dinero que da la poesía ¿dónde les llevaría?
Desconozco el fin de poetas y poetisas más allá
de lo que libros de texto trajeron hasta acá.
Y ni a ellos se les recuerda con justicia, la verdad.
Este encuentro me hizo preguntarme ¿dónde me hallaba yo?

Yo me hallaba escribiéndole al vacío.
A musas con sueño
porque versos con empeño
no las enamoraban con brío.
Yo me hallaba poniendo frustraciones
en rimas y poesías
porque no valían
para ser hechas canciones.
Me encontraba en una caída sin ascenso
de la que no creí poder salir
hasta que volví a escribir.
Porque ahora que lo pienso…


(II) Y así se hará inmortal

Se perderán las rimas en las estanterías
de las bibliotecas perdidas
de barrio, abandonadas
por sustitutas y vanas tonterías.

Se quebrarán las hojas que encuadernan
los folios y el tomo
que tienen el pomo
de mis secretos (los guardan).

Las voces que recitaban mis versos
con rápida memoria
irán perdiendo gloria
y caerán en pozos sin recuerdos.

Se olvidarán del autor que antaño
vació su alma en parte
en este y otros artes
con poco más que valor y empeño.

Pero seguirá vigente este hombre
que escribió versos en tromba
al abrazo de las sombras
por alcanzar la cumbre.

Porque mi escritura visceral
pasará mi creación
a una nueva generación
y así se hará inmortal.

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